MMS, a análisis: la larga vida de la falsa “solución milagrosa” del cloro, más allá de la covid

No había ni cinco casos de covid registrados en EEUU cuando en foros, canales de Telegram y otras redes sociales emergía (de nuevo) el término dióxido de cloro (CDS), junto a los de clorito sódico o MMS como potenciales curas para ese coronavirus que aún no tenía siquiera nombre.

La conocida como solución mineral milagrosa (MMS) se popularizó como una especie de falso remedio entre natural y asequible para curar la COVID-19. El regulador estadounidense salió al quite en abril para volver a insistir en los riesgos de consumir este preparado a base de cloro, cercano –aunque no igual– a la lejía doméstica, que desde 2006 se había popularizado como supuesto remedio contra un sinfín de enfermedades. ¿Cómo empezó todo y por qué hoy, con la pandemia olvidada, continúa el consumo de esta sustancia?

¿Qué es el dióxido de cloro? ¿Es o no lejía?

Lo que se vende como MMS es una solución de clorito de sodio a distintas proporciones, típicamente, menos del 30%, en agua o agua destilada. Para la FDA, MMS es tanto como decir lejía. Aunque la lejía doméstica es hipoclorito de sodio, una hermana a nivel químico. El clorito de sodio sería más bien una lejía industrial blanqueante, usada, por ejemplo, en la fabricación de papel. En altas proporciones, es cáustica.

¿Por qué se habla, entonces, de dióxido de cloro? Porque es el gas soluble que se forma cuando al clorito se le añade un ácido. Por eso, los vendedores de este falso remedio MMS aconsejan a veces tomarlo con un zumo cítrico o un complemento ácido. Aunque, en teoría, deberían valer los ácidos del estómago para que emerja el milagroso dióxido de cloro. Disuelto al 0,3% en agua se comercializa como CDS. Su venta es legal como potabilizador de agua. La del MMS, no. Según la FDA, “quienes consumen MMS están bebiendo lejía”.

Para la agencia del medicamento de EE.UU. no hay duda, “tomar MMS es beber lejía”.

El entonces presidente Trump popularizó, en parte, el MMS al sugerir que quizás sería una idea a explorar inyectarse este compuesto. “La lejía mata al virus en cinco minutos”, dijo. Y se desató la batalla cultural del MMS. Los trumpistas y conspirativos de la teoría falsa QAnon se convirtieron en puntas de lanza del dióxido de cloro, otrora defendido por herederos de la cultura neohippy, new age y neorruralistas. Y por iglesias como la del Génesis II, que convirtieron a la MMS en su particular agua bendita.

¿Por qué no es una buena idea beber lejía… incluso muy diluida?

La Organización Médica Colegial (OMC) advierte de que la MMS, incluso “cuando se consume siguiendo las indicaciones del fabricante, produce efectos adversos que pueden ser graves”. Y ahonda, siguiendo con lo que indica la Agencia Española del Medicamento (AEMPS): no se ha demostrado que los productos de dióxido de cloro sean seguros y eficaces para ningún uso.

¿Cómo hace daño? Según Pedro Hidalgo, del Observatorio de la Prescripción de la OMC, desde luego que la MMS es desinfectante. Pero, básicamente, arrasa con todo. No puede distinguir entre la biología de una célula sana y la de una bacteria o las proteínas de un virus. Paradójicamente, sus defensores prefieren la MMS para tratar cánceres antes que la quimioterapia (que, efectivamente, también mata células sanas, pero acaba antes con las que se reproducen muy rápido, es decir, las tumorales).

La FDA ha recogido daños producidos por el consumo de clorito sódico o MMS:

• Insuficiencia respiratoria (metahemoglobinemia).
• Cambios en la actividad eléctrica cardiaca y arritmias.
• Hipotensión grave por deshidratación.
• Insuficiencia hepática grave.
• Disminución de las células sanguíneas.
• Vómitos y diarrea graves.

Los defensores de la MMS señalan que son muchos más los que no refieren efectos adversos, siempre que la solución se administre en unas pocas gotas repartidas a lo largo del día. En este caso, el efecto no sería muy distinto al de desinfectar agua con lejía. Que, en el fondo, es el origen de toda la falsa evidencia alrededor del descubrimiento de la MMS.

¿De dónde viene la falsa evidencia milagrosa de la MMS?

Como explicaba en 2021 Marcelino Madrigal en Newtral.es, el “descubridor” del MMS fue Jim Humble. Este exmiembro de la Cienciología y fundador de su propia iglesia cuenta en The Miracle Mineral Solution of the 21st Century que como ingeniero buscador de oro, dio con la MMS por casualidad. En una expedición por selvas de América del Sur, varios de sus hombres contrajeron malaria. Según su relato, les dio unas gotas del desinfectante que llevaba encima, a base de clorito de sodio.

Humble afirma que mejoraron al poco tiempo; nadie ha podido probar este relato como tal ni una supuesta curación relacionada con la administración de esas gotas. Pero como recuerda el doctor Hidalgo, a nivel bioquímico, un desinfectante no funciona dentro del organismo como en una botella de agua (como años después sugeriría el propio Trump). Según esa lógica, beber alcohol impediría que contrajéramos infecciones, pues el alcohol también es un potente desinfectante. Y, sin embargo, sabemos que no hay dosis segura en su consumo, porque tiene otros efectos dañinos.

Los extraños argumentos conspirativos fácilmente desmontables

Las principales organizaciones médicas y regulatorias suelen argumentar sobre la supuesta conspiración que sostienen los defensores del MMS que:

• Sería extraño que una sola sustancia curase más de un centenar de enfermedades o dolencias, como aseguran.
  
  
• Sería extraño que apenas unos centenares de médicos (o autodeclarados médicos) en el mundo se hayan rebelado contra la conspiración que oculta este remedio. Sólo en EEUU hay más de un millón de colegiados. ¿Están todos comprados?
  
  
• Sería extraño que los casos de curaciones se limiten a testimonios y no a publicaciones sistemáticas en estudios que evalúan que no haya sesgos (por ejemplo, atribuir a la MMS curar una covid, cuando esta se resuelve por sí sola en gente que no es de riesgo), efectos placebo o combinados con terapias probadas.

La larga sombra de la MMS en la batalla cultural

La MMS ha tenido una nueva edad de oro como pseudoterapia gracias a la pandemia. A Humble le pilló ya en una etapa mística, pero fuera de actividad. Fue fundador de la Iglesia de Salud y Sanación Génesis II. Recuerda Madrigal que Humble afirmó que la MMS era parte de su sacramento religioso. Pero en 2017 se retiró como arzobispo de su Iglesia. Su sucesor fue detenido en 2020 acusado de “fabricar, promover y vender una cura fraudulenta contra el coronavirus y otras enfermedades”.

Desde entonces, la comunidad de promotores y seguidores alrededor de la MMS se presentan como una especie de antisistemas perseguidos por las oligarquías y los poderes de las grandes farmacéuticas. En Europa, el representante de esta iglesia sería el alemán Andreas Ludwig Kalcker, según reveló Cantabria Diario.

En España, uno de los mayores defensores de la MMS ha sido Josep Pàmies y su colectivo Dolça Revolució. El Defensor del Paciente ha denunciado a Pàmies ante la Fiscalía por delitos contra la salud pública y de estafa. En 2020, el Consell de Col·legis de Metges de Catalunya (CCMS) también presentó una denuncia ante el TSJC por un presunto delito contra la salud pública. Sin embargo, no se pudo probar que fabricase o vendiese tal producto. Pàmies sí acumula multas que suman alrededor de 1,2 millones de euros por parte de la Generalitat.

En su último evento en Palma de Mallorca, al que invitó al cantante Miguel Bosé (que apoya varias teorías de la conspiración), dijo que iba “a crear el MMS Movimientos de Médicos Suspendidos”, ironizando con la denominación del clorito de sodio. Según recoge Mallorca Diario, sigue definiendo la covid como “plandemia“ y sentenció que “el fascismo no es solo Hitler, la democracia actual es fascismo”.